Raquel de voz delicada, joven y potente
trasiega entre mesas, en una terraza.
Una amplia sonrisa descansa en su rostro.
Se acerca a una niña arqueando su cuerpo
pinta a su muñeca, de vivos colores, cara de chiquilla.
Raquel, que se acerca y coge una silla
se sienta ante ella y le dice:
¿me pintas? Se ríe incitada
Le apremia a pintarle color en la cara
¡Píntame! ¡Píntame de prisa!
le dice a la niña cual gacela esquiva
¡Píntame corriendo que tengo visita!
Se miran sus risas, también su mirada
y con dedos ágiles le pinta la cara:
nariz colorada, una santa mueca
y una mariposa prendida en su cara
y le deja hacer, riendo sin pausa.
Una risa abierta que no pone trabas
con júbilo brinca su pequeña hazaña.
Parada en su infancia se ríe de gozo
Raquel payaso de risa y muñeca dorada.
molina
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