TAMBIÉN VISITA LAS FÁBRICAS...LA MUERTE.
Caras pálidas, raudos escalofríos que acogen
cuerpos hechos a la rutina productiva.
¡Produce! ¡Produce! ¡Produce!
La "inspección" fue tan inesperada que
hubieron de venir libélulas metálicas
rompiendo el cielo, cuchillo trueno.
Los ruidos de élitros entonaron un réquiem
por un pie y una vida que rompió la cadena
descuartizando en ella un barreño de sangre
primitiva siempre roja, siempre sangre
por los siglos de los siglos...ahora fría.
¿Qué oreja enloquecida tendrá que escuchar
la terrible noticia?
¡Se ha roto la cadena productiva!
¡Se ha roto la cadena productiva!
Cantaron los ecos perennes de patronos
y entes que vigilan y eso, lo menos importante
sino a los que producen que se lo digan,
una vida ¿qué es?
¿No es la cota más alta de todo ser humano?
¿No es el regalo que traemos bajo el brazo al nacer?
En nada comparable a efectos materiales, a
subidas bursátiles o al índice Nikei, no.
Las caras de los otros, lo decían a gritos
pálidos e invisibles: ¡qué bien!
¡Qué bien, dios mío, que no he sido él!
daniela bartolomé
Mi pésame y mi protesta.
Siempre resulta alentador encontrar sensibilidades al lado del dolor y preguntándose los porqués de muertes como la que nos presentas en tu poema, Daniela. Un ejercicio solidario que deberíamos tener todos más presente, si queremos que los humanos sean algo más que mercancías. Con un abrazo.
ResponderEliminarSalud