Abro la ventana en plena madrugada, la veo
camuflarse entre las ramas del árbol de la dicha
me ha hecho sonreír y he llorado con lágrimas
por los sueños encarcelados en el fondo de mi alma.
Veo tu silueta sorteando obstáculos de brisa,
siento tu atractivo cuerpo caminar por la orilla
envuelto en la fuerza de las aguas, lleno de vida.
Hay un fuego que surge de tus ojos
son patentes las ascuas llama viva
soportando miradas de lejanía, yo apoyado
en mi ventana enmarcada me sonrío,
escapando de mis ojos luz intensa que
deja mi cara, mi persona en un escalofrío.
Algo mágico se personifica entre las hojas
las caídas del árbol de la vida capaz de
reinventarse, al galope de una paz añorada
e indomable cual caballo salvaje...
Es tarde para soñar y no estoy ciego,
el aire del jardín me da en la cara y se topan
mis sueños incorruptos con esa empalizada
de sencillas cuerdas y cañas que me cercan.
Y late, está latiendo cada surco, cada semilla nueva
solemnes frutos de la jacarandosa primavera.
Antonio Molina
Antonio Molina
Delicioso poema Antonio, describiendo la belleza de la vida que los ojos de la lírica inspiran tus versos. Un abrazo
ResponderEliminarGracias por tu sencillez,
ResponderEliminarpero tus versos son un bálsamo de bienestar y sueños.