a Josefa Torres
Mi infancia no es un patio de Sevilla,
sí un piso bajo del barrio San Inazio,
vecindad con Josefa y derecho a cocina.
Desde la inexperiencia que me daban
dos años, de la mano con Caperucita,
y con la bici verde de rueditas,
del padrino, por la ahijada embelesado.
Jabón, leche, patatas cantarina retahíla
hasta la tienda de Petra, antes de que
me traicionara, y ya luego no supiera:
en vez de un paseo, ¡dos!
Y…era ¡tan formal! Que no podía consentir
que se me fueran las patatas, o la leche,
o el jabón al reino de los olvidos.
El gato de Angelita, era mi gato, yo siempre
fui muy “animalera”, y a falta de propio
tomaba prestado hasta el de la portera
aunque me bufara, arañara o mordiera.
Josefa me llevaba de paseo y con ella
al trabajo, en el cine Banderas.
Desayunaba y comía de sus babas,
de aquel cacillo rojo, cuando fuera
y mamá repetía en cantinela de
“puritito”asco que le daba:
“¡ay Josefa, que no coma la niña y…a
deshoras, que luego sobran las lentejas ¡”
Daniela
Daniela,una entrada entrañable,cercana y muy humana...También yo recuerdo aquella infancia en el pueblo,muy unida a las vecinas y a mis tías cercanas...Recuerdos inolvidables, sin duda.
ResponderEliminarMi gratitud por compartir y mi abrazo inmenso por tu cercanía.
M.Jesús
Hola María Jesús:
Eliminarsi la infancia, esa que conservo como si fuera hoy con estos recuerdos tan vívidos, una etapa feliz para mí.
Gracias por venir, bss de infanta. Feliz semana.
daniela
Hola, Daniela
ResponderEliminarMe leído tu poema en el blog de María y me ha encantado. Lo mismo que esta entrada, tan tierna, cargada de recuerdos de la infancia, del pasado, de la amistad y del compartir.
Besotes.
Hola Dolce Voce:
Eliminarun placer tenerte por aquí gracias a los vientos de María. Nos enriquecemos todas y todos a través de estas visitas compartidas.
Tienes la puerta abierta cuando quieras, un abrazo.
daniela