Tus ojos cual carbón, rescoldos negros,
brillaron la penunbra en medianoche
te comiste el pecado de mis manos,
tocaron mis dedos , tu sin lumbre.
Cabritillos fueron saltando escalas
de los ósculos prendidos de cantares
que vistieron mis pasos hasta casa;
y mi sueño te soñó cual serpiente,
abrazada a mi torso cariátide
caricia esculpiendo este cuerpo,
un anhelo de beso de Eurídice.
Daniela Bartolomé
Bonitos versos, Daniela, los que salen de la pluma de tu sensibilidad, un placer leerte.
ResponderEliminarUn beso.
Gracias a tí María por pasearte por ellos, un placer.Bss
Eliminardaniela
Me pareció en todo sugerente de anhelos y sueños y deseos y esperanzas. Me gustó la manera de incardinar el tema amoroso en el tema clásico con esa tensión entre el amor de Orfeo y la serpiente que le provoca la muerte a Eurídice y donde todo parece diferente. Un placer, Daniela.
ResponderEliminarSalud
Gracias a tí Julio, tus apreciaciones siempre me traen algo añadido, y esta vez llega de la mano del verbo incardinar que utilizas en tu comentario, me gusta: in-car-di-nar suena a música.
Eliminardaniela