Negro silencio de alcoba, infiltrada de espadas
como lunas, llenas mis cuencas, ¡ay!
Llenas mis manos, de un fulgor de ternura,
que me muge por dentro y me recrea;
cuando su sombra desdibuja tu cuerpo,
ese que amo, como se aman las vigas
y los rayos, fortísimos de Zeus.
Se vislumbra tangible el tálamo en tu luz
y me crezco, me crezco, y apuro
lo convexo de mi boca en tu beso
como si toda la ternura del mundo, la
concentrara ese gesto, vicioso, marcesible,
¡siempre abierto! Te entrego lo que acompaña
a lo bruno, a lo negro, eso que siempre
quiero darte, tatuado en esta piel,
en este cuerpo, que se aventura en las
noches con luna por campos de amapolas
y de espejos, y en las noches en que no
aparece: corre con lobos, baila con muertos.
Daniela
Esta pieza del artista Miguel Ángel Antolín Lería la titulé "Ubre sobre tierra" e inspiró este poema.