Subir y contemplar la ciudad a tus pies.
Sonrío y cierro los ojos a la brisa mañanera
que me sopla ligeramente en la cara.
Ávido de sueños me acerco a la cabaña
de vida que despacha a la muerte
que se cuela por todas sus ventanas.
Las sillas se desplazan de un lado otro
de un cuerpo a una mano, de esta a los dedos...
Se perciben dos cuerpos calientes,
corazones al rojo, latiendo, latiendo.
La luz de la hoguera ilumina sus cuerpos,
ojos entorchados se miran se aman
afloran sonrisas al borde de su alma.
Poderosa guía que encauza tonadas:
cuerpos que se abrazan ojos que se miran
piernas que se aman, cabellos al viento
que quieren resucitarse en amor con calma.
Alivio en los cuerpos tiempo que no acaba
entre las sonrisas, que atrapan su alma.
Antonio Molina